Addio a Sua Altezza Reale, il principe di Edimburgo, Re dell’Amore

Milano 9 aprile 2021 – Una lunga storia d’amore si è conclusa oggi con la scomparsa del Duca Filippo di Edinburgo consorte della regina d’Inghilterra. Un matrimonio durato 73 anni che rende ancor più bella la favola dei reali inglesi. Quante donne e quanti uomini avrebbero voluto incontrare il partner della loro vita da giovani e vivere una vita con loro. A noi piace pensare che questa sia la parte migliore del lungo regno di Elisabetta e Filippo.

Oggi il mondo s’inchina a Filippo di Edimburgo, a lui che non ha voluto funerali di Stato, fra due mesi avrebbe computo 100 anni.

L’annuncio è arrivato direttamente dalla Regina Elisabetta, affidato a poche e toccanti parole scritte in un messaggio di Buckingham Palace. «È con profondo dolore che Sua Maestà la Regina annuncia la morte dell’amato marito, Sua Altezza Reale il Principe Filippo, Duca di Edimburgo, spirato pacificamente stamattina nel Castello di Windsor. La Famiglia Reale si unisce alle persone che nel mondo sono in lutto per la perdita».

I riconoscimenti e i tributi arrivano da tutto il Mondo come riporta Alessandro Logroscino (ANSA).

Il primo ministro Tory, Boris Johnson, ricorda «Prince Philip» come «un pilastro» per la regina, la monarchia e la nazione, in un discorso di fronte a Downing Street, nel quale non manca d’inchinarsi alle qualità umane di un principe certo gaffeur eppure in grado di «ispirare» tanti sudditi a iniziare «dai giovani», ma in primis «all’etica del servizio» maturata già come veterano di guerra della Royal Navy nel secondo conflitto mondiale.

Tributi a cui si aggiungono quelli di altri grandi della Terra come riporta sempre l’Ansa (dal presidente americano Joe Biden con signora, a Sergio Mattarella, ai leader europei tutti, a quelli dei Paesi del Commonwealth nato dalle ceneri dell’Impero Britannico, fino a Vladimir Putin o a personalità della scena pubblica di mezzo mondo, a esponenti religiosi e così via). I pensieri di ognuno «si volgono» ora alla regina e alla Royal Family, come ha sottolineato Johnson. Ma su Sua Maestà e su casa Windsor si concentrano pure le curiosità. Quelle di chi scruta per cogliere ad esempio se e quando arriverà dagli Usa a versare le sue lacrime il nipote-ribelle (e prediletto) Harry, con o senza Meghan, il cui strappo non può non aver pesato secondo molti sugli ultimi mesi del patriarca, nonostante gli sforzi fatti per proteggerlo e tenerlo in certa misura all’oscuro. O ancora per capire come la sovrana saprà reagire a questo colpo, alla perdita di un un punto di riferimento mai venuto meno fin da quando lo sposò a 21 anni, appena un lustro prima di prendere lo scettro. Un uomo verso il quale tutti «abbiamo un debito più grande di quanto si potrà mai sapere», come ebbe a dire lei stessa pochi anni fa in uno degli ultimi compleanni pubblici di lui.

Intanto c’è da definire la cornice dell’estremo saluto, in un Paese nel quale l’omaggio popolare a Filippo – segnato da mazzi di fiori deposti alla spicciolata dinanzi alle residenze reali – è frenato dalle restrizioni dell’emergenza Covid e dall’appello delle istituzioni a non assembrarsi. Mentre l’Union Jack sventola già a mezz’asta su Buckingham Palace e l’abbazia di Westminster fa riecheggiare 99 lenti rintocchi di campana, di minuto in minuto, uno per ciascuno degli anni vissuti dal principe esule venuto dalla Grecia con sangue tedesco, danese e russo nelle vene per diventare di gran lunga il consorte reale più longevo (e dietro le quinte influente) della storia britannica. Una figura in onore della quale il governo annuncia il lutto nazionale, il Parlamento una convocazione lunedì in seduta commemorativa straordinaria, ma non si prevedono funerali di Stato. Secondo quanto impongono «le consuetudini e le stesse volontà» del defunto, spirito libero rispettoso delle forme quanto notoriamente refrattario alla pompa cerimoniale, fa sapere il palazzo: saranno evocate esequie solenni, ma private nella cappella di St George, adiacente al castello di Windsor; lì attorno alla regina, all’erede al trono Carlo, agli altri figli Anna, Andrea ed Edoardo, a nipoti, consorti, vi sarà spazio per pochi ospiti selezionati.

Adiós a Su Alteza Real, el Príncipe de Edimburgo

Despedida de Su Alteza Real, el Príncipe de Edimburgo, Rey del Amor.

Milán 9 abril 2021 – Una larga historia de amor ha terminado hoy con el fallecimiento del Duque Felipe de Edimburgo, consorte de la Reina de Inglaterra. Un matrimonio que duró 73 años y que hace aún más hermoso el cuento de hadas de la realeza inglesa. A cuántas mujeres y hombres les hubiera gustado conocer a su compañero de vida cuando eran jóvenes y vivir una vida con él. Nos gusta pensar que esta es la mejor parte del largo reinado de Isabel y Felipe.Hoy el mundo se inclina ante Felipe de Edimburgo, ante quien no quería funerales de Estado, en dos meses habría cumplido 100 años.

El anuncio vino directamente de la Reina Isabel, confiado a unas conmovedoras palabras escritas en un mensaje del Palacio de Buckingham. “Con profundo dolor, Su Majestad la Reina anuncia el fallecimiento de su amado esposo, Su Alteza Real el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, que ha fallecido en paz esta mañana en el Castillo de Windsor. La Familia Real se une a quienes en todo el mundo lloran la pérdida”.
Los agradecimientos y homenajes han llegado de todo el mundo, informó Alessandro Logroscino (ANSA).

El Primer Ministro tory, Boris Johnson, recordó al “Príncipe Felipe” como “un pilar” para la Reina, la monarquía y la nación, en un discurso frente a Downing Street en el que no dejó de hacer referencia a las cualidades humanas de un príncipe que, sin duda, fue una pifia, pero que fue capaz de “inspirar” a muchos de sus súbditos, empezando por “los jóvenes”, pero sobre todo “la ética del servicio” que había desarrollado como veterano de guerra de la Royal Navy en la Segunda Guerra Mundial.
Y homenajes a los que se suman los de otros grandes de la Tierra como informa Ansa (desde el presidente estadounidense Joe Biden con su esposa, a Sergio Mattarella, a todos los líderes europeos, a los de los países de la Commonwealth nacidos de las cenizas del Imperio Británico, a Vladimir Putin o a personajes públicos de medio mundo, a exponentes religiosos, etcétera). Los pensamientos de todo el mundo “giran” ahora hacia la Reina y la Familia Real, como señaló Johnson. Pero Su Majestad y la casa de los Windsor también son objeto de curiosidad. Los que se asemejan a captar, por ejemplo, si y cuando vendrá de los EE.UU. a derramar sus lágrimas el sobrino-ribelle (y favorito) Harry, con o sin Meghan, cuya lágrima no puede haber pesado según muchos en los últimos meses del patriarca, a pesar de los esfuerzos realizados para protegerlo y mantenerlo en la oscuridad hasta cierto punto. O incluso para entender cómo reaccionará la soberana ante este golpe, la pérdida de un punto de referencia nunca fallado desde que se casó con él a los 21 años, poco antes de tomar el cetro. Un hombre con el que todos “tenemos una deuda mayor de la que nunca sabremos”, como ella misma dijo hace unos años en uno de sus últimos cumpleaños públicos. Mientras tanto, hay que definir el marco de la despedida final, en un país en el que el homenaje popular a Felipe -marcado por los ramos de flores depositados frente a las residencias reales- se ve frenado por las restricciones de la emergencia Covid y por el llamamiento de las instituciones a no reunirse. Mientras la Union Jack ondea ya a media asta sobre el Palacio de Buckingham y en la Abadía de Westminster resuenan 99 campanadas lentas, minuto a minuto, una por cada uno de los años vividos por el príncipe exiliado que llegó desde Grecia con sangre alemana, danesa y rusa en sus venas para convertirse, con diferencia, en el consorte real más longevo (e influyente entre bastidores) de la historia británica. Una figura en cuyo honor el gobierno anuncia luto nacional, el Parlamento convoca una sesión extraordinaria de conmemoración el lunes, pero no está previsto ningún funeral de Estado. De acuerdo con lo que exigen “las costumbres y los deseos” del difunto, un espíritu libre y respetuoso de las formas tanto como notoriamente refractario a la pompa ceremonial, el palacio dice: evocando servicios fúnebres solemnes pero privados en la capilla de San Jorge, adyacente al castillo de Windsor; donde alrededor de la reina, del heredero al trono Carlos, de los otros hijos Ana, Andrés y Eduardo, de los nietos, de los cónyuges, habrá lugar para algunos invitados seleccionados.